Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/3195
3195 Esferas de luz.... Diferente intensidad luminosa.... Ser hijo de Dios....
22 de julio de 1944: Libro 42
En el mundo espiritual hay muchas gradaciones, muchos grados de dicha, que son reconocibles como radiaciones de luz de distinta intensidad y que corresponden al grado de madurez de las almas. En cuanto el ser, el alma, ha entrado en el reino de la luz, la felicidad y la beatitud son su parte porque puede recibir la emanación de la fuerza de Dios, que siempre significa beatitud, aunque el alma sólo pueda recibirla en pequeña medida según su madurez. Pero la felicidad del ser aumenta según su actividad de amor, que significa siempre un aumento de fuerza, es decir un aumento de la irradiación del amor divino. Y el ser puede ser activo sin restricción, estando en un estado de vida, de libertad y amor constante por el uso contínuo de la fuerza proveniente de Dios, que le fluye continuamente y que le produce una profunda felicidad. El ser, ahora continuamente activo, trabaja en el amor retransmitiendo la fuerza y haciendo también felices con ella a innumerables seres y promoviendo el progreso espiritual de los mismos y, al mismo tiempo, desarrollándose a sí mismo hacia una perfección cada vez mayor, lo que resulta de nuevo en una mayor afluencia de fuerza de Dios. Y cada vez son más luminosos los rayos de luz que rodean al ser. No hay límite en el reino de la luz, y las esferas de luz están en todas partes donde los seres han alcanzado el grado de madurez que les permite recibir la emanación divina., y ser impregnados de su fuerza de amor. Pero como la abundancia de la fuerza que se recibe corresponde al grado de madurez, las esferas de luz tendrán también diferentes intensidades de luz, pues cuanto más perfecto es el ser, más cerca está de la Deidad eterna que, como fuente original, irradia una abundancia inconcebible de luz sobre todos los seres. Pero como lo espiritual perfecto no conoce ninguna limitación, el ser siempre puede acercarse más y más a la Deidad eterna, por lo que puede progresar constantemente, puede recibir la emanación del amor directamente y, sin embargo, no estará completamente unido a Él hasta que no haya alcanzado la condición de hijo de Dios. Porque esta condición significa la fusión completa con la luz original, significa la recepción ilimitada de la fuerza y, por lo tanto, la dicha más elevada. Todo ser en el reino de la luz es indeciblemente feliz y, sin embargo, siempre puede sentir una felicidad aún más profunda cuanto más exprese su propio amor y, por tanto, aumente su recepción de luz y fuerza. Pero el ser, una vez que está en la luz, no conoce límites en el más allá, y esta conciencia es tan extremadamente feliz que el ser puede esforzarse por una perfección siempre más elevada sabiendo que el amor divino es igualmente ilimitado en su emanación de fuerza. Pero la recepción de la fuerza de Dios debe valorarse siempre de forma diferente a la unión final con Él, que hace que el ser sea hijo de Dios, ya que es uno con Dios y su actividad en el reino espiritual es diferente a la de los seres de luz. Estos crean y dan forma por completo a partir de sí mismos y son sumamente felices, porque esta actividad requiere el más alto grado de amor y, por lo tanto, aumenta su dicha de manera inconmensurable.... (22.7.1944) La entrada en el reino de la luz ya tiene lugar en cuanto el alma ha alcanzado la madurez que permite que la luz la atraviese. Pero hay innumerables grados de perfección y, por tanto, también innumerables estadios de dicha, por lo que el alma puede entrar en esferas de luz siempre nuevas que aumentan constantemente. Porque no hay límite para lo que es perfecto. El alma flota cada vez más alto, se acerca a la luz original, y sin embargo no será completamente una con ésta si no ha adquirido en la tierra el derecho a ser hijo de Dios. Pero ha encontrado la reunión con Dios desde el momento en que siente su resplandor de amor, cuando está tan purificada que puede recibir rayos de fuerza y luz en su interior. A partir de ahora también tiene vida eterna, puede ser activa trabajando en amor, y puede ascender a alturas inconmensurables, puede recibir luz y fuerza de Dios y, mediante la asociación con seres espirituales igualmente maduros, aumentarlas y ser inexpresablemente feliz. Pero así como la abundancia de luz es inconcebible para el hombre en la tierra, tampoco hay posibilidades de comparación para la dicha de los seres que han encontrado la entrada en las esferas de luz. Porque mientras el ser humano vive en la tierra es una criatura imperfecta, sólo ve y oye con los ojos y los oídos del cuerpo y no puede imaginar el mundo espiritual que está desprovisto de toda materia, que sólo existe espiritualmente y que, por tanto, sólo puede ser visto y comprendido por el ser espiritual en el ser humano, por el alma, pero sólo cuando el alma ha alcanzado un cierto grado de madurez. Y por eso la humanidad no puede formarse una idea del reino espiritual, sólo puede creer, y esto sólo si está dispuesta y se deja enseñar sin resistencia interior. Pero puede esforzarse por recibir la iluminación y entonces muchas cosas le resultarán comprensibles. Porque entonces los primeros rayos de luz comenzarán ya a surtir efecto, y al igual que a partir de entonces se reconoce en la tierra una lenta maduración de la realización, de la luz, es decir, del conocimiento de la verdad pura, también aumentará el desarrollo del ser en el reino del más allá.... se vuelve cada vez más perfecto, se une a Dios cada vez más.... es indeciblemente dichoso.... Pero ser hijo de Dios es un grado superior de perfección, e incluye infinitas delicias. Es el derecho de aquellos que ya se esfuerzan por Dios en la tierra con todos sus sentidos, que le aman con todo su corazón y quieren servirle con la más fiel devoción, que aceptan el sufrimiento y las dificultades terrenales con sumisión, que se esfuerzan por cumplir su voluntad y están siempre y constantemente activos con amor, pues ya buscan asimilarse a la Deidad eterna en la tierra, y por eso el amor de Dios se apodera de ellos y les allana el camino para llegar a Él.... Sin embargo, su destino en la tierra no es fácil, tienen que pasar muchas pruebas, tienen que cumplir tareas en la tierra que requieren una gran fuerza y una firme voluntad de llegar a Dios. Sin embargo, la gracia divina está a disposición de estas almas sin medida para que alcancen la meta si sólo se esfuerzan por ello....
Amén
Traducido por J. Gründinger