Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/3185

3185 Voluntad equivocada.... Intervención de Dios....

10 de julio de 1944: Libro 42

Dios no ordena la voluntad de los seres humanos, pero ordena detener sus acciones si Él lo considera necesario. Y es por eso que los humanos están actuando de una manera que contradice completamente el orden divino. Y Dios no se les impide, de modo que puedan reconocer por sí mismos adónde conduce si no subordinan sus pensamientos y acciones a Dios. Y lo que hacen, lo hacen por voluntad propia, sin conexión con Dios, con el sentimiento de su propia fuerza y la convicción del pensamiento correcto, cuando usan su fuerza para actuar contra los débiles. Esta es una manera de pensar y actuar que no corresponde a los mandamientos del amor de Dios y al prójimo, y en consecuencia el humano viola el orden divino.

No se le coarta la libertad de su voluntad, no se le detienen sus acciones , para que el humano mismo reconozca en sus acciones que ha fallado, para que pueda cambiar por sí mismo su forma de pensar y someterse al mandamiento del amor de Dios y al prójimo. Y es por eso que la voluntad puede desarrollarse sin inhibiciones, puede iniciar acciones que rayan en lo satánico sin ser amordazada por Dios, puede expresarse en la dirección equivocada y lograr efectos devastadores sin que Dios convierta por la fuerza esta voluntad en la dirección correcta. Sin embargo, Dios pone un límite al procedimiento cuando Él Mismo es completamente ignorado, es decir, cuando los humanos sólo trabajan con el contrapoder de Dios, cuando lo escuchan y con ello anulan el orden divino, que consiste en la preservación de todas las cosas creadas o disolución para la finalidad de servir a la actividad.

Entonces Dios ordena detenerse, según la depravación que demuestran las acciones de la humanidad. Pero entonces los humanos que no son culpables, que reconocen a Dios y se esfuerzan por vivir en Su orden también serán los más dolorosamente afectados. Pero les resulta comprensible que Dios intervenga y que haga visible Su poder. Aceptan con resignación todo lo que se les impone por el bien de sus semejantes, quienes tendrán que verse visible y tangiblemente afectados si quieren cambiarse por impulso propio.

Sin embargo, a los humanos le queda el libre albedrío mientras Dios no les quita la vida terrenal. Tienen que dejar que su voluntad se active por sí sola, y feliz quien usa esta voluntad adecuadamente, quien la usa por obras de caridad, quien cumple el orden divino y busca la conexión con Dios, porque la intervención de Dios se ha convertido en una bendición para su alma.... Pero cualquier referencia a esto es en vano cuando los humanos ya están tan endurecidos que sólo piensan en sí mismos y en su bienestar y, por lo tanto, abusan de sus fuerzas. Su voluntad es indomable, el hombre no está abierto a ninguna imaginación y, por tanto, no rehúye ninguna acción, aunque innegablemente delate la influencia de Satanás.

Los humanos serán capaces de realizar acciones que pongan en peligro el alma y el cuerpo de sus semejantes, y por tanto Dios se expresará no vinculando su voluntad, sino impidiendo el efecto de su voluntad.... oponiendo Su voluntad a la voluntad de los humanos y esto significa una obra de destrucción de terribles proporciones. Porque Su amor y Su justicia no tolerarán que los débiles perezcan y los fuertes se apoderen de lo que no es suyo, Su amor tampoco tolera que las almas de los humanos sean esclavizadas y que corran el peligro de perderse en manos del príncipe del inframundo. Y por eso Él hace sonar Su voz y llama a los humanos para que reflexionen y se esfuercen hacia Él, para que abandonen su plan de destruir todo lo débil y se exalten por encima de ellos....

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise