Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/3148
3148 La creación es evidencia de la Deidad eterna...
4 de junio de 1944: Libro 41
No puede haber prueba más obvia de la existencia de una Deidad eterna que la creación, porque en ella el hombre puede ver un milagro que se realiza diariamente. Puede determinar la acción de una fuerza en ella, y ahora puede imaginar esta fuerza como quiera; tiene que relacionarla con algo Esencial Que se exprese visiblemente a través de ella. Porque las obras que atestiguan la sabiduría más profunda, cuya existencia no carece de propósito ni de sentido, deben haber sido consideradas de antemano y ahora, a través de una voluntad que gobierna sobre una fuerza, se convierte en una forma según una cierta legalidad. Y esta voluntad da testimonio de un Ser Que debe ser reconocido como el eterno Creador de todo el universo.
Ninguna obra de la creación se hizo sin plan, porque aunque el propósito todavía está oculto al hombre, sin embargo, se basa en cada obra que ha surgido de la voluntad de ese poder creador. Por tanto, cuanto más atentamente mire el hombre la creación, más convencido estará de ver en ella la obra de un Maestro, Que es sumamente amoroso, sabio y poderoso. Y, por lo tanto, la creación por sí sola ya puede conducir a una creencia sólida como una roca, tan pronto como el hombre busca y se entrega seriamente a los pensamientos que surgen en él al mirar hasta la más pequeña obra de creación. Porque Dios Mismo le habla a través de la creación, y todo ser humano puede entender Su lenguaje si está dispuesto a escucharlo.
Porque el hombre no podría crear nada por su propia fuerza, de lo que le es visible en la creación. La fuerza de Dios primero debe hacerse efectivo, y esta fuerza debe atribuirse a una Entidad, porque toda obra de creación revela una regularidad, de modo que la fuerza es dirigida por una voluntad. Pero tan pronto como se reconoce a una voluntad, también debe haber un portador de esta voluntad, independientemente de la forma en que el hombre se la imagine. Porque la Deidad eterna no es imaginable para el hombre, y sin embargo debe ser reconocida como un Ser, Que piensa y crea, Que deja que Sus pensamientos se conviertan en forma a través de Su voluntad, que da testimonio de la sabiduría más profunda.
Queda así probada la sabiduría y la omnipotencia, y el amor es la raíz de todo lo que es... el amor a lo que cada obra de creación alberga en sí... a los seres que una vez emanaron de Su fuerza, es decir, que son una parte de Él Mismo... El ser humano, como buscador, no sabe nada de la vida espiritual de toda la creación, sólo puede reconocer inicialmente la fuerza primordial. El Creador de lo que ven sus ojos. Pero la vida interior tampoco permanecerá oculta para él si se esfuerza por alcanzar este conocimiento. Porque una vez que haya reconocido a un Creador lleno de sabiduría y poder, entonces también preguntará por el significado y el propósito de la creación. Y habrá una respuesta para él...
Y entonces reconocerá el amor de Dios, que está constantemente activo, para hacer nuevas creaciones, para asignarlas como residencia al ser, que ha de madurar en ella. Y el ser humano adquiere ahora un imagen clara, se somete a su Creador en la más profunda humildad, a Quien ya no negará jamás, a Quien reconoció como un ser de la más alta perfección... lleno de amor, sabiduría y omnipotencia... y por Quien lucha ahora con cada pensamiento, porque tiene que amar a este Ser y desea acercarse a Ella.
Así el hombre mismo puede tomar nota de su existencia, aún sin que la Palabra divina le sea predicada por sus semejantes, porque Dios le pone cada día los medios más sencillos ante sus ojos, sólo necesita prestar atención a la creación y la deja hablarle con seria voluntad, entonces Dios Mismo ya le habla, y él recibe Su Palabra directamente, al darle esclarecimiento mentalmente, para que pueda llegar a una fe viva. Y esta fe permanecerá firme en él, porque la creación da testimonio del amor, sabiduría y la omnipotencia de Dios para cada uno que, como buscador, pregunta y escucha la respuesta que le llega a través del Creador Mismo..._>amén
Traducido por Hans-Dieter Heise