2853 Obras de destrucción.... Expresión desinhibida de la fuerzas que se han liberado....

18 de agosto de 1943: Libro 37

Lo que ha surgido de la fuerza de Dios es indestructible. Pero si la voluntad humana, a pesar de todo, lleva a cabo una obra de destrucción, esto es sólo un no reconocimiento de la fuerza divina, lo que tiene como resultado que Dios retire el aspecto visible de Su fuerza, pero no la fuerza misma, porque ésta es invisible y eternamente inmutable. La voluntad humana está cambiando constantemente las cosas que la rodean. Por tanto, hace uso de la expresión de la fuerza de Dios, las obras visibles de la creación, para transformarlas según su propia voluntad, que también está permitido ante Dios porque no hay límites puestos al libre albedrío del humano, lo que también Le agrada a Él si el propósito de las transformaciones consiste en el bienestar del prójimo, cuando el humano actúa entonces al servicio del amor.

Pero ir en contra de la voluntad divina y del orden divino es una actividad humana que sólo atestigua la voluntad de destruir. La fuerza que ahora se libera, lo invisible que tiene su origen en Dios, no permanece inactivo porque la fuerza siempre debe expresarse de alguna manera. Ya no está atada por el caparazón que la impone una determinada actividad, sino que ya no tiene obstáculos y, por lo tanto, puede desarrollarse sin inhibiciones. Y entonces esta actividad desenfrenada afecta nuevamente a los humanos, no sólo a aquellos que llevaron a cabo tales obras de destrucción, sino a todos los humanos que están dentro del alcance de estas fuerzas.

Además, otras creaciones naturales también se ven afectadas por el desarrollo involuntario de la fuerza, de modo que en ellas se producen cambios que también son contrarios al orden divino. Pero lo que es contrario al orden divino no es la construcción, sino la destrucción.... una destrucción que no es causada directamente, sino indirectamente, por la voluntad humana....

En consecuencia, el humano también debe responder de su voluntad en cuanto es responsable de actos de destrucción o lo aprueba, porque las fuerzas que se han vuelto libres también pueden causar grandes devastaciones. Ahora debe volver a entrar en acción la voluntad de Dios, que una vez más da a estas fuerzas un caparazón que les impide desarrollarse desinhibidamente. Pero este proceso requiere del ser humano imperfecto por un periodo de desarrollo, por lo que una nueva creación no puede surgir repentinamente, lo que sería posible para la omnipotencia de Dios, pero sería desfavorable para la libertad de creencia y voluntad del ser humano.

Por lo tanto, se requiere una actividad constructiva por parte de los humanos para que surjan de nuevo cosas que permitan dar nuevamente residencia a lo espiritual que ha escapado. Y de la misma manera se tiene que crear de nuevo la posibilidad de crecimiento en la naturaleza por parte de los humanos, sólo entonces se reducirá el caos, se impedirán las influencias desfavorables de las fuerzas y se restaurará el orden ordenado por Dios. Porque aunque las creaciones terrenales se disuelvan, la fuerza espiritual que se alberga en ellas es indestructible y siempre necesitará de creaciones materiales, y mientras siga siendo imperfecto, tendrá que ser atado, porque las cosas espirituales inmaduras en su estado libre ignoran el orden divino y esto tiene que terminar en un caos....

amén

Traducido por: Hans-Dieter Heise

Este comunicación no se menciona en ninguna folleto temático.

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