Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/2851
2851 Verdad... Convicción... Limitación del conocimiento...
15 de agosto de 1943: Libro 37
Todos los resultados de la investigación espiritual deben ser reconocidos si están sujetos a un examen serio y si el examinador mismo desea reconocer la pura verdad. Porque si está buscando la verdad, también está buscando a Dios. Pero si la voluntad de verdad es pequeña, entonces un examen serio también es cuestionable tan pronto como se le presente un bien espiritual. Entonces se le pueden presentar las pruebas más convincentes, no lo moverán a reconocer algo, porque pone su conocimiento intelectual en contra, que se mueve por caminos erróneos.
Y es por eso que entonces se le niega al ser humano un conocimiento más profundo, carece de toda verdad, no tiene entendimiento para el mundo espiritual, no respeta las leyes de los habitantes del mundo espiritual, es decir, no hace nada para dejar que esas fuerzas tienen un efecto en Él porque no los reconoce. Y, sin embargo, se le considera sabio... Transfiere su convicción a personas del mismo espíritu sin encontrar la resistencia a la cual están expuestos los portadores de la verdad. El error prevalece y la verdad encuentra poco reconocimiento. Y esto produce el libre albedrío del hombre, al que Dios no impone ninguna compulsión y le permite usar su intelecto como mejor le parezca.
Pero a través de la libertad de la voluntad el hombre también es responsable de su pensamiento, porque así como deja pasar la oportunidad que le haría ganar el reconocimiento de la verdad, también podría usarla... Porque la persona pensante debe usar su intelecto de la manera correcta, debe sopesar todos los pros y contras entre si y luego decidirse, no debe permanecer unilateral mientras no esté interiormente convencido que está sabiendo. Y le faltará esta convicción mientras siga andando en el error. Sólo la pura verdad le da la más íntima convicción de ser sabio.
El hombre como tal sabe de las limitaciones de su conocimiento, y por lo tanto debe evaluar todos los resultados del pensamiento intelectual humano como conocimiento insuficiente, y en consecuencia no puede defender la verdad incondicional. El conocimiento más profundo de adquirirse de manera que excluya el pensamiento intelectual, aunque luego tenga que ser absorbido y procesado con el intelecto para poder convertirse en propiedad intelectual del hombre.
Y este conocimiento, que viene del corazón, que el espíritu en el hombre lo transmite a éste que, como parte de Dios, lo sabe todo, también le da al hombre la convicción de que está en la verdad, y luego jamás necesita renunciar a ella, no necesita temer la investigación intelectual de otros seres humanos porque ésta no podrá refutar o debilitar sus resultados... la verdad ya no puede ser suprimida una vez que ha sido ganada y se ha convertido en propiedad intelectual. Pero el error es mutable y sigue siendo error hasta que la pura verdad lo ha echado a un lado... hasta que el libre albedrío del ser humano exige seriamente la verdad y la acepta sin resistencia...
amén
Traducido por Hans-Dieter Heise