Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/2813
2813 La importancia de establecer la unión con Dios todavía en la tierra
16 de julio de 1943: Libro 37
La voluntad del hombre está dejada a su criterio de establecer o no la unión con Dios. No obstante es eso decisivo para toda la eternidad, si él deja que su voluntad actúe de la forma recta, es decir, en la unión con Dios. El tiene que expresar frente a Dios la concesión de la propía debilidad y desamparo en una invocación consciente a Dios por medio de la oración, la cual también puede ser a El elevada sólo con pensamientos, a quien es únicamente fuerte y poderoso. El hombre tiene que reconocer que Dios es el Señor sobre Cielo y tierra, y el reconocerlo tiene como consecuencia entonces también el someterse bajo Su Voluntad, que es el objetivo y la meta de la vida terrena. Pues el ser, es primeramente poderoso si no se pone más fuera de la fuerza de Dios, sino que obra en la misma voluntad con Dios de Su Fuerza, porque la Fuerza de Dios puede afluir entonces en él, si la oposición de otros tiempos la abandona (la oposición contra Dios), de ese modo no expresa otra voluntad más que la Voluntad de Dios. La renuncia de esa oposición significa por lo tanto el aumento de fuerza; una transformacion de la propía debilidad, en afluencia de gran fuerza. En este estado se traslada el hombre por la oración, por la invocación a Dios confesándole su debilidad y flojedad. Este momento es el verdedadero punto crítico y de transición de su vida, donde consciente se dirige a Dios. Y este momento tiene que suceder y realizarse sin falta, (absolutamente) en la vida terrenal, para que su destino se decida favorablemente para la eternidad. Pues el estado del conocimiento, toma en ese momento por primera vez su comienzo, el cual es aún en la proporción minima, pero que sin falta lleva a un saber en aumento, porque la proscripción esta quebrada, vencida, la cual provocó la noche del espíritu. Una vez que el hombre haya invocado primero a Dios en la oración, que se haya dirigido de este modo a la poderosa Divinidad, así camína ahora hacía adelante en su evolución superior, porque la Fuerza de Dios lo apoya. Mientras que él no trate de establecer ese vínculo, mientras él se crea ser fuerte o independíente de un Poder más fuerte, es su estado débil y su espíritu oscuro. Entra en tal estado en la eternidad, de ese modo es allí su lucha por el conocimiento increíblemente dura y difícil, es decir, él no ambiciona a ello, porque para él nada hay que le parezca deseable. Y ese estado es espantoso, porque puede existir por eternidades y en el otre mundo, menos aún que en la tierra, se reconoce y aprovecha la oportunidad de dírigirse consciente a Dios. En el otro mundo el alma está apática por estar débil, permanece inactiva y no emprende nada para su propia salvación.
Amén
Traducido por Pilar Coors