Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/2781

2781 Dios como Maestro.... Poder del conocimiento....

20 de junio de 1943: Libro 37

Sabio es aquel que continuamente se deja enseñar por Dios, quien se usa de Su fuerza que Su amor y Su gracia quiere transmitir constantemente a los hombres. Porque quien acepta un don de Dios no pueden permanecer en su grado de madurez, tiene que desarrollarse hacia lo alto, tiene que llegar a ser sabiendo si Dios Mismo le ofrece sabiduría. Tener a Dios como Maestro garantiza el saber más profundo y la verdad más pura. Y Dios será el Maestro de aquellos que quieran ser enseñados por Él, porque sólo la voluntad es decisiva en cuanto a qué fuerzas intentan transferir sus ideas a los humanos.

Cada instrucción, por insignificante que parezca, complementa el conocimiento del hombre tan pronto como la fuerza divina se lo proporciona, y la fuerza divina está siempre en acción cuando el receptor se abre a esta fuerza, cuando desea la verdad y se esfuerza hacia Dios. Es un pensamiento erróneo que las fuerzas que están alejadas de Dios también pueden transmitir dones espirituales a la Tierra si a estas fuerzas no se les concede obviamente acceso a través de un estilo de vida que desafía completamente a Dios. Porque las fuerzas que se alejan de Dios siempre querrán negar la Deidad Eterna; sólo querrán dar a los humanos información acerca de las cosas terrenales, y de una manera que pronto revelaría su ignorancia.

Pero tan pronto como se plantean cuestiones espirituales, ellas son incapaces de expresarse, y los seres humanos que luchan por la verdad pueden reconocer inmediatamente cuando sus semejantes están cayendo bajo la influencia de estas fuerzas. Pero el hombre que lucha por la verdad puede no dejarse intimidar por las influencias intelectuales de arriba; siempre será guiado correctamente. El poder de los seres conocedores en el más allá es tan grande que pueden mantener todas las fuerzas malas alejadas de los humanos. Velan por la verdad y por los protegidos que les han sido confiados, siempre y cuando su deseo sea ser enseñado por Dios Mismo.

Y aumentan en sabiduría y fuerza de la fe.... porque quién está en el saber también podrá creer firme e inquebrantablemente, porque con el saber del que dispone también se le transmite también la fuerza de la cognición que le permite aceptar el saber como pura verdad. Dejarse enseñar por Dios es también el único camino hacia la verdad, porque incluso si la verdad le es transmitida por otros seres humanos, la persona debe pedir a Dios por aclaración, por iluminación del Espíritu, para que lo reconozca como verdad.... y entonces es enseñada por Dios, Le pidió por Su ayuda, y Dios, como Verdad Eterna, ahora le introduce en el saber, sin importar que mediador utilice para este propósito. Y eso es lo que los hombres normalmente no hacen: pedirle a Dios por iluminación de su pensamiento.

Investigan y reflexionan y creen que pueden absorber la sabiduría intelectualmente, intentan adquirir conocimiento a través de libros y escritos, y todo puede ser mercancía muerta y por lo tanto no les traerá ningún conocimiento si lo absorben sin haberlo pedido la ayuda de Dios de antemano. Los hombres tienen que dirigirse a Dios, que es la Verdad Misma si quieren recibir la verdad y también reconocerla como tal. Dios Mismo no debe ser ignorado; la fuerza del espíritu tiene que solicitarse a Él Mismo, de lo contrario no puede ser eficaz en el hombre y el pensamiento del hombre sigue siendo sólo un pensamiento intelectual.

Pero el que se esfuerza hacia Dios no hará nada sin haber pedido Su ayuda, y si ahora se encomienda a la gracia de Dios con confianza creyente, su pensamiento será iluminado; reconocerá la verdad como tal, y la defenderá también frente a sus semejantes, podrá representar la verdad porque ha penetrado en el saber que le imparte el amor de Dios, porque ha deseado de ser instruido por Él....

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise