Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/2430

2430 Obra del Espíritu: conocimiento coherente.... No una obra de pedazos....

1 de agosto de 1942: Libro 33

El conocimiento de un humano enseñado por el Espíritu de Dios es tan extenso que habría que concluir de ello que Dios está haciendo algo extraordinario. El humano es introducido en una amplia variedad de áreas, todas ellas estrechamente relacionadas entre sí, y es especialmente importante que el humano conozca el contexto, de lo contrario su conocimiento será fragmentario. Pero la obra del Espíritu puede reconocerse por el hecho de que el conocimiento se ofrece de una manera coherente que es inalcanzable para la sabiduría humana.

Porque el humano no puede explorar a través de la investigación el tiempo anterior a su encarnación como ser humano ni después de su muerte en la Tierra, pero si se le debe dar información acerca de esto, debe ser instruido por fuerzas espirituales, cuya existencia tampoco se puede probar mediante la investigación. Y el humano tiene que permitir que actúen fuerzas sobre él que de ningún modo pueden ser explicadas intelectualmente, es decir, se puede determinar a través del conocimiento mundial. La conexión con estas fuerzas debe preceder a que puedan ser efectivas para poder llenarse como ser humano con un conocimiento que excede con creces el conocimiento humano.

Y el que examina seriamente tendrá que darse cuenta de que no puede adquirir las sabidurías que ahora le son ofrecidas de manera coherente, porque sólo ella le dan información acerca del significado y propósito de la vida en la Tierra, acerca del significado y propósito de la creación, acerca del principio y el fin de lo que ve su ojo. Y él no percibe estos conocimientos como conjeturas, sino como verdades irrefutables, y así su conocimiento puede aumentar constantemente porque no necesita rechazarlo como un error o caer en dudas constantes. Porque tan pronto como el humano ha recibido este conocimiento, también está convencido de su verdad, porque la fuerza de la cognición le llega al mismo tiempo que la verdad.

El Espíritu de Dios sólo actúa allí, donde se da el requisito previo para que el ser humano sea capaz de recibir la verdad, es decir, que sea digno, y entonces también reconocerá como verdad todo lo que se le ofrece. El conocimiento terrenal nunca excederá los límites de lo que es accesible a la investigación terrenal y aún puede ser atacado porque la investigación humana produce resultados diferentes. Sólo el Espíritu de Dios es capaz de proporcionar una verdadera aclaración sobre las cosas que se encuentran fuera del ámbito terrenal, pero que también tienen que ser aclaradas para que el conocimiento sea completo, porque sólo entonces un humano puede llamarse conocedor....

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise