Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/2421

2421 Verdadera comunidad de almas desde el impulso interior....

27 de julio de 1942: Libro 33

Una comunidad íntima de almas debería conectar a los humanos entre sí para que puedan esforzarse juntos hacia las alturas y alentarse unos a otros para vivir una vida de amor y fe profunda. La verdadera comunidad lleva a la maduración de las almas, pero los humanos deben esforzarse por lograrla por iniciativa propia, deben sentirse impulsados en su corazón a dar su amor a sus semejantes y, por tanto, buscarse unos a otros para cultivar un intercambio espiritual de ideas para dar y recibir lo que poseen o deseen de bienes espirituales.

Tan pronto como se ejerce una coerción, es decir, se forma una comunidad planificada a la que se supone que los humanos deben unirse, su valor se reduce porque entonces carece de la intimidad que constituye el valor de una comunidad. Y es por eso que rara vez tales esfuerzos son inútiles para el alma, que se supone que son actos de amor, pero que, en lo mejor de los casos, son sólo acciones de acuerdo con normas que se supone que dan testimonio del sentido de comunidad.... que se supone que son obras de caridad, pero que se llevan a cabo sin el impulso interior del corazón.... que sólo se hacen para simular exteriormente una comunidad, que, sin embargo, carece del espíritu interior de amor.

Se trata más bien de un ejercicio mecánico de ciertos deberes que nada tienen que ver con la caridad activa, porque no es el acto mismo el que determina el valor de una acción, sino el grado de amor en el corazón de quien lo realiza. Sin embargo, los humanos corren el riesgo de detener ellos mismos la obra del amor si se los anima de manera planificada a hacerlo en una comunidad. La comunidad íntima de almas, por otro lado, promueve la actividad amorosa por iniciativa propia, y los humanos se sienten obligados a realizar buenas acciones porque tales acciones no son requeridas de ellos, sino que se llevan a cabo con total libre albedrío y, sólo entonces tienen también un valor real ante Dios....

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise