Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/2379

2379 La predicación.... Predicadores auténticos - el recipiente de la revelación....

23 de junio de 1942: Libro 32

El don de predicar el evangelio presupone el amor a los hombres si deben salir palabras divinas de la boca del predicador, entonces es el órgano a través de lo cual Dios habla Él mismo con los hombres, de otra forma solamente serán palabras humanas.... Palabras que se han aprendido y solamente distribuyen el conocimiento que el hombre ha aprendido en la escuela. Pero mientras el hombre tenga caridad, el espíritu divino trabaja desde Dios para el hombre y entonces puede hablar lo que el espíritu de Dios le transmita.

Entonces un predicador que no vive en caridad nunca podrá defender con éxito el evangelio, porque serán palabras vacías que pronuncia; les falta la vida y no podrán despertar vida. Y es la razón por la que a la mayoría de la gente pasa la palabra divina sin encontrar un eco en el hombre. No son anunciadores verdaderos de la palabra divina, no son sirvientes de Dios como deberían ser para tener éxito en el mundo. Con su cargo van intereses materiales y si el hombre no va con caridad especial, no podrá dar explicación como sería necesario para llegar a tener claridad. Mantendrá las formas necesarias como lo ha aprendido y se sentirá servidor de Dios que está previsto a predicar la palabra de Dios....

La gracia de predicar es consecuencia de una unión íntima con Dios a través de caridad y rezo.... No habrá límites en el trabajo del espíritu en el hombre y ahora no es el hombre quien habla, sino la voz del espíritu santo la que se pronuncia a través de la boca humana. “No os preocupéis de lo que debéis hablar porque Mi espíritu os lo dará a su hora....”Y lo que el hombre piensa y habla será el evangelio que debe pasar, porque es la palabra de Dios, transmitido al hombre a través de Su espíritu. Y cada uno puede ser maestro en cuanto se le habrá ganado el derecho a la acción divina por su trabajo en caridad. Y únicamente ellos deben enseñar.... Unos estudios terrestres no compensan nunca la tarea del espíritu y sino se efectúa al mismo tiempo caridad, solo serán palabras de letras que se ofrecen a los hombres; no llegarán al corazón y no se despiertan sino el audiente este lleno de amor profundo para Dios, luciendo de Su espíritu para que Su palabra se despierta en él.

Hay que tomar el oficio de predicadores eternamente importante y al mismo tiempo está a nivel de un trabajo terrenal, también para los que lo tienen que efectuar. Está metido forzosamente en tiempo y una forma igual que los cargos terrestres, se ejerce como un trabajo común y no desde una necesidad profundamente interna.... El hombre tiene que ser empujado por su espíritu para hablar y no hace falta un sitio especial ni una hora determinada, sino hombres hambrientos que quieren beber de la fuente de la sabiduría divina, que piden el pan del cielo.... A ellos se les debe predicar el evangelio, el oficio divino cuya revelación será únicamente por llegar a una sabiduría. Lo más intenso es la unión del predicador con Dios y más voluntad presta el audiente a su palabra, más claro y más intenso llega la palabra a los oídos del audiente porque lo recibe de todo corazón y no resuena solamente en el oído.

El predicador debe ser una herramienta de Dios, es decir debe someterse a Dios para que pueda trabajar sin límites a través de Él.... Debe ser el recipiente para el espíritu de Dios que quiere echarse sobre los humanos.... El debe pasar este riachuelo a los que no pueden establecer ellos mismos una unión con Dios y enseñarles el camino.... el debe, si él mismo vive para Dios y trabaja por el, traer a los semejantes a Dios y darles a conocer el amor divino que se puede lograr a través de caridad.... Él debe enseñar la caridad a los hombres, porque sin amor nadie logrará ser feliz....

Amén

Traducido por Bea Gato