2315 Dones del Espíritu... Purísima verdad...
26 de abril de 1942: Libro 32
Los dones del Espíritu deben ser valorados como la verdad más pura. Deben ser reconocidos sin reservas como la verdad más pura, porque el Espíritu de Dios no puede equivocarse y sólo transmitirá la verdad al hombre, porque lo que imparte es de origen divino. En consecuencia, el hombre nunca será considerado de otra manera que verdaderamente cuando el Espíritu de Dios está obrando. Pero si el Espíritu de Dios obra, se puede reconocer por el hecho de que se imparten al hombre bienes espirituales, que sólo traen la salvación al alma, de modo que se elimina cualquier ventaja terrenal. Además, la manera en que se imparten los bienes espirituales debe verse como prueba de su obra... Al hombre se le imparte conocimiento mediante fuerzas docentes que ya no pertenecen a la tierra, que supera con creces cualquier conocimiento escolar.
Y este conocimiento se ofrece (¿se recibe?) en forma transcripciones que surgen sin esfuerzo y correctamente... Por lo tanto, es innegable que hay fuerzas obrando que disponen de tal conocimiento ellas mismas. Estas fuerzas están constantemente en contacto con el espíritu en el ser humano y a través de este espíritu transmiten conocimientos extraordinarios al alma del ser humano, por lo que aumentan su posesión de bienes espirituales sin la intervención de un prójimo. El bien espiritual solo podrá ser impartido a través del espíritu, porque cuando aún éste se adquiera en el camino del estudio, sólo entonces podrá realmente ser tratado como propiedad espiritual cuando la persona haya tomado una posición al respecto y su actividad de pensamiento ha sido guiado nuevamente por el espíritu dentro de él... así que sólo ahora se vuelve comprensible para el ser humano.
El espíritu debe estar siempre activo en él para poder recibir el conocimiento espiritual. Es decir, las cosas espirituales sólo pueden ser comprendidas por el espíritu. Entonces, lo que se supone que se debe llegar al espíritu humano debe emanar del Espíritu divino... y lo que emana de Dios, es decir, lo que tiene su origen en Él, debe ser absorbido nuevamente por la chispa espiritual divina en el ser humano... El cuerpo nunca puede aceptar lo que Dios ha destinado para el espíritu (alma)... así como viceversa, el alma (espíritu) nunca puede aceptar nada que no haya emanado del espíritu de Dios. El bien espiritual es meramente parte del Espíritu, por lo que solo los seres perfectos pueden ser donantes de bienes espirituales y solo el espíritu humano es capaz de aceptar este bien espiritual de ellos...
amén
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