Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/2309
2309 Protección de Dios... Pensamiento correcto... Verdad o error...
22 de abril de 1942: Libro 32
La actividad de pensamiento de un alma que se forma para el amor está subordinada a la protección divina, y si el ser humano quiere ser bueno siempre recogerá voluntariamente los pensamientos correctos si brotan del corazón y desean ser retenidos en el cerebro del ser humano. La voluntad del ser humano que se afana por el amor afirma los buenos pensamientos y rechaza los malos pensamientos, y Dios fortalece esta voluntad porque reconoce el afán del ser humano y se apodera de todo lo que quiere dirigirse hacia Él, es decir, se encuentra con el ser humano, que lo tiene a Él como objetivo. La persona buena no puede pensar mal en cuanto si bien de pensamiento nace en su propio corazón, es decir, todo lo que no está claro para él y suscita preguntas en él, despertará pensamientos veraces en él y, por lo tanto, puede llamarse un bien de pensamiento adquirido por sí mismo.
Pero si precedieron enseñanzas humanas que se desvían de la verdad, entonces el alma no se entrega sin reservas a la Verdad eterna, que es Dios Mismo... no desea aclaración, sino ella se cree iluminada... Los pensamientos no nacieron en el corazón, sino que fueron plantados en ello... la voluntad del hombre no puede liberarse de eso, y el amor del hombre no se dirige exclusivamente hacia la Divinidad eterna, sino que también pertenece a lo que dejó surgir la sabiduría humana... Así que el hombre aún no está libre del amor terrenal. Pero el hombre debe estar dispuesto a renunciar a todo lo que posee si quiere recibir la Verdad eterna. Pero ésta lo recompensa por todo lo que renuncia.
La actividad de pensamiento depende de él, por lo que no es dirigido obligatoriamente a una dirección determinada mientras el ser humano quiera estar activo él mismo. Sólo cuando entregue también su pensamiento a la guía de Dios, cuando pida Su protección y bendición y recomiende todo bien de pensamiento que llegue a él a Su cuidado y gracia, su pensamiento será guiado por Dios y se moverá inevitablemente en la verdad. Y el hombre no tiene por qué temer tener que renunciar a algo que agrada a Dios, porque en cuanto ya está en la verdad ésta vuelve a él como bien de pensamiento.
El corazón simplemente se niega a dejar a subir al cerebro lo que no corresponde a la verdad divina... es decir, por pura voluntad (¿percepción?) el ser humano entonces rechaza tales pensamientos porque ya no puede afirmarlos plena y sinceramente. Y Dios separa la verdad del error y da al hombre, que se entrega a Él en plena confianza, la cognición de lo que es verdad y lo que es error. Cualquiera que quiera sacar sabiduría de los libros del mundo nunca alcanzará la sabiduría; porque quien, en el amor sincero a Dios, se acerca a Él por la verdad, su sabiduría supera todo lo que se ha ganado intelectualmente. Y así se pone una señal cuando la persona se mueve en la verdad... Pero siempre se ofrece la misma verdad a aquellos que piden a Dios, como Verdad eterna, el conocimiento correcto...
amén
Traducido por Hans-Dieter Heise