Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/2279

2279 Tesoros imperecederos.... Vida terrenal sencilla....

29 de marzo de 1942: Libro 32

Sólo esto tiene un valor duradero que trae la salvación al alma y que le permite entrar en el reino de la luz después de la muerte en la Tierra. Y sólo ese bien debería buscarse en la Tierra. Por tanto, sólo son verdaderamente beneficiosas las acciones del espíritu, es decir, lo que el espíritu en el ser humano exige al alma. Al mismo tiempo, el cuerpo exige al alma lo que le conviene, es decir, lo que hace que la vida terrenal sea placentera y atractiva. Y ahora corresponde al alma decidir qué requisitos quiere cumplir.

En consecuencia, el alma es la única responsable de las riquezas que acumula en la Tierra. Si presta poca atención al cuerpo, su riqueza espiritual aumentará y esto le traerá libertad espiritual. Pero si presta atención al cuerpo, ella misma sufrirá en cuanto se desprenda del cuerpo. El espíritu dentro de ella la impulsa constantemente a recolectar bienes espirituales, y en cuanto menos atención presta a los deseos del cuerpo, más claramente escucha sus advertencias e instrucciones.

Pero entonces también debe esforzarse por obedecer al espíritu dentro de ella, de lo contrario sus advertencias se debilitan y el alma sólo siente un poco. Entonces el hombre corre peligro de descuidar su verdadera tarea, si su alma, es decir, todo pensamiento, sentimiento y voluntad, sólo aspira a los placeres terrenales, es decir, sólo aspira a lo que el cuerpo exige. Porque todas estas cosas son transitorias y no tienen el menor valor eterno. Pero la vida terrenal se le da al hombre para que cree valores duraderos, porque la vida real sólo comienza cuando el cuerpo se separa del alma.

El ser humano que vivió sencillamente en la Tierra por el bien de su alma, que sólo cumplió las exigencias del espíritu dentro de él, realmente encontrará en el más allá un rico tesoro que reemplazará mil veces lo que dio en la Tierra, porque sólo ahora el alma lleva la vida correcta, sólo ahora podrá disfrutar de los frutos de su vida terrenal, mientras que un alma con mentalidad terrenal ahora tiene que morir de hambre y entra en la otra vida inimaginablemente pobre y desnuda y recuerda con remordimiento su vida terrenal no aprovechada. Porque esta le fue dada para que pudiera acumular tesoros imperecederos para la eternidad....

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise