Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/2183
2183 Exhortación a hablar sin miedo.... (catástrofe)
12 de diciembre de 1941: Libro 31
La influencia demoniaca es inconfundible cuando el esfuerzo espiritual se ve amenazado y se crea una cierta situación en la que a los humanos no se les permite pensar ni hablar libremente sobre la actividad espiritual y sus resultados. Dios ha dado al humano la tarea de mencionar Su obra, y quien Dios escoge y le hace conocer Su voluntad debe hablar libre y abiertamente y no preocuparse que su franqueza pueda perjudicarlo. Porque si el adversario obra por un lado, entonces también se puede entender que Dios obra también, y Su poder y fuerza es verdaderamente mayor.
Y así, quien esté bajo Su protección no necesita temer tan pronto como cumpla Su voluntad. Dios sólo puede servirse de una persona dispuesta si quiere informar a la humanidad acerca de lo que está por venir.... Pero los humanos deben saber lo que les espera, deben saberlo para reconocer la voluntad de Dios cuando amanece el Día que traerá sufrimiento sobre los humanos.
Y es por eso que Dios ya da a los humanos información de antemano para que no se enfrentan desprevenidos a los acontecimientos venideros.... pero, ¿de qué otra manera podría informar a los humanos acerca de esto, si no puede revelarse a través de la boca humana? Y eso es lo que el adversario trata de impedirlo, designando a las personas que son sus seguidores para que actúen contra los humanos que quieren servir a Dios.... Pero estos últimos deben cumplir su tarea con fe y determinación y confesar sin miedo a quien sirven, y clamando profundamente a Dios en sus corazones para que fortalezca sus fuerzas y sus voluntad, y resistirán cada desafío y saldrán ilesos de cada batalla de palabras.
Son pocos los luchadores de Dios en la Tierra, pero reciben fuerza de Dios en cuanto se levantan por Él, porque aunque parezca que aquellos tienen el derecho y el poder de exigir y prohibir lo que corresponde a sus planes, no podrán destruir lo que Dios Mismo envía a la Tierra, y nunca podrán impedir que los luchadores de Dios cumplan primero Su voluntad antes de cumplir los mandamientos humanos, porque Dios es el Señor del Cielo y de la Tierra....
amén
Traducido por Hans-Dieter Heise