Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/2169

2169 Aflojamiento de la forma sólida por la voluntad de Dios....

29 de noviembre de 1941: Libro 31

Pasa un tiempo infinitamente largo antes de que se permita al ser encarnarse como ser humano en la Tierra y este tiempo puede calificarse como el más doloroso durante su desarrollo. Porque aunque la forma externa como ser humano también significa una limitación para el ser, todavía es pequeña en comparación con las formas externas que la precedieron. Permanecer en la forma sólida es particularmente tortuoso para el ser, porque antes de que estas cáscaras se disuelvan, pasaran tiempos impensables.

La forma exterior del ser humano, por el contrario, sólo sirve como caparazón para el alma, la esencia, durante un corto período de tiempo, y el ser humano no percibe este tiempo como un tormento tan grande, porque el cuerpo la forma externa, también puede crearse comodidades que le proporcionen que no hagan que su estancia en la Tierra parezca particularmente dolorosa. Por lo tanto, el cuerpo no siente opresiva la existencia terrenal mientras pueda alcanzar la plenitud. Tampoco siente el estado atado, porque nada lo ata excepto lo que la gente le pone como una cadena a través de exigencias que el cuerpo no puede cumplir fácilmente.

Para el alma, en cambio, el cuerpo mismo es el grillete que la priva de libertad, y ella quiere liberarse de este grillete. Por tanto, el alma sufrirá por su forma externa mientras cumpla sus deseos. Pero puede aflojar las ataduras en cualquier momento cuanto menos atención preste al cuerpo y a sus deseos.

En las etapas preliminares, el ser era obligado a realizar la actividad que Dios le había determinado, y nuevamente era una gracia para el ser cuando era llamado, es decir, permitido a una actividad, porque el ser también tuvo que soportar de antemano el estado de estar completamente inactivo.... en la forma sólida que le fue dada al ser para su primera estancia en la Tierra.

La forma sólida encierra a la esencia durante un tiempo inconmensurablemente largo, y éste tiene soportar este estado tortuoso porque todavía está completamente en contra de Dios. Pero el ser no puede hacer nada para disolver la forma sólida y liberarse de ella. El cambio en la forma sólida depende de la voluntad divina y no se realiza arbitrariamente, sino que depende de la voluntad del ser de realizar una actividad de servicio.

Si Dios ve la voluntad de lo hechizado en la forma sólida, entonces afloja esta forma y le asigna alguna actividad que es beneficio para la maduración de lo espiritual en la forma. Pero el cambio de tales formas externas debe ir precedido de un cierto acto de violencia, ya que estas formas no liberan la esencia contenida en ellas. La voluntad de Dios es suficiente para destruir o disolver las formas sólidas, y la voluntad de Dios aflojará estas formas externas dondequiera que éste presenta la voluntad de servir.

Pero antes de que una forma sólida se haya cambiado tanto dentro de sí misma que ya no actué como grillete de la esencia, pasan eternidades. Por eso Dios Mismo interviene muchas veces para liberar la esencia de la forma dura, a través de cambios planificados de la superficie terrestre, que siempre tienen lugar cuando Dios quiere darla a la esencia la oportunidad para el desarrollo superior. Tales cambios siempre se pueden observar en momentos en que el ser espiritual más maduro no cumple su tarea terrenal, que consiste en superar la última forma externa, cuando el ser encarnado como ser humano no se esfuerza por seguir desarrollándose, sino que deja desapercibido el verdadero propósito de la vida terrenal.

Entonces lo completamente inmaduro empuja hacia una actividad de servicio. Exige los beneficios que conlleva la liberación de la forma. Y esta voluntad de servir determina a Dios a soltar la dura forma externa de la esencia y darla así la posibilidad de poder liberarse. Y ahora el ser puede recorrer el camino terrestre en una actividad de servicio y avanzar en su desarrollo superior. La permanencias en las formas externas actuales ya no dura tanto como antes en las forma sólida, pero aún son tiempos impensables hasta que la esencia puede entrar en la etapa final como ser humano, lo que le permitirá liberarse completamente de la forma.

El último tiempo como ser humano en la Tierra sólo es un momento, comparado con el largo tiempo anterior, y no es un logro imposible para el ser, liberarse a través de una forma de vida correcta ante Dios.... Pero es libre de hacer lo que quiera. Él vive su vida terrenal, sólo que el estado de obligación no termina arbitrariamente si no ha aprovechado su vida terrenal según la voluntad divina, y la vida en el más allá también significará para él una especie de estado de compulsión, y esto le traerá su tormento incomparable en el más allá....

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise