Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/2130
2130 Camino al reconocimiento.... Inmortalidad de la enseñanza de Dios
27 de octubre de 1941: Libro 30
Mientras el hombre no conozca el significado y propósito de la encarnación en la tierra, la idea de continuar viviendo después de la muerte le será inaceptable, porque entonces considera la vida terrenal como un fin en sí mismo, y de este punto de vista ahora también se ajusta a su tarea terrenal, es decir, concede demasiada importancia a su actividad terrenal. Entonces, comprensiblemente, solo tiene el objetivo de evaluar exhaustamente la vida terrenal porque no piensa en un después.
Seguirá siendo un secreto para estos hombres que hay un camino que conduce al reconocimiento, porque no entienden lo más simple, que hay una conexión entre Dios y el hombre y que esta conexión siempre se puede establecer cuando la voluntad humana esté lista para ello. Bien reconocen aun Creador, pero como un ser muy distante, como un Poder, Que es innegable, pero no alcanzable para el hombre de la tierra y tampoco relacionado con Él, y en consecuencia tampoco logran comprender que este Creador puede revelarse a Sí Mismo y lo hace para llevar la verdad a los hombres.
Por otro lado, reconocen todo como verdad lo que les predican fuentes ignorantes; ellos mismos dan lugar a una doctrina que aparentemente tiene el mismo objetivo y que, sin embargo, contradice completamente la enseñanza divina. No obedecen los mandamientos de amor, aunque quieren dar la impresión de que el amor a la humanidad es la fuerza impulsora de introducir un orden nuevo.
Pero lo que no es de Dios se derrumbará, y lo que tiene su origen en Dios permanecerá. Y, por lo tanto, los hombres podrán creer que son sabios, pero no permitirán que surja nada perfecto a menos que no estén en contacto con Dios Mismo, o sean instruidos por Dios Mismo y con la ayuda de Dios transmitir su enseñanza a sus semejantes.... Todo lo que transmiten no perdura; desaparece tal como surgió, porque contradice la voluntad divina. Pero prevalecerá la enseñanza, que Dios Mismo imparta a las personas, porque es verdad y, porque es de Dios, es imperecedero....
Amén
Traducido por Hans-Dieter Heise