Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/1842
1842 Confirmación de las profecías - Sucesos mundiales
8 de marzo de 1941: Libro 28
Esto te es dado como confirmación de que todo se cumplirá exactamente como el Espíritu de Dios te ha predicho. El mundo no quiere creer que la hora final está tan cerca, porque piensa que aún no ha llegado el tiempo de que suceda lo que el Señor profetizó en la Tierra; por lo tanto el mundo no estará preparado para enfrentar la catástrofe natural que se avecinda, por lo que Dios envía repetidamente recordatorios para que a los hombres no se les olvide.
El espíritu de Dios no se equivoca y, una vez establecido, todo lo que Dios dice debe ser creído y puede ser difundido sin temor, porque su mensajero sólo anuncia el mensaje de Dios y sólo repite su Voluntad. Aquellos que Él elige para esto son los que tienen el conocimiento correcto. Ellos aceptan sus mensajes y los repiten como Él desea. Sus pensamientos humanos son guiados de tal manera que perciben las cosas que corresponden a la Verdad. Su capacidad de juicio será más aguda y el Amor a la Justicia y a la Verdad los protegerá contra el pensamiento erróneo, y cuando hablen, cada palabra corresponderá a la Verdad.
Por lo tanto, escribe ahora lo siguiente: Todo lo que ocurre en el mundo está conectado con el estado espiritual de la humanidad. La causa de esos acontecimientos es puramente terrenal, pero hay que tener en cuenta su formación y sus repercusiones mundiales. Los sucesos del mundo son en cierta forma sólo una consecuencia de la bajeza espiritual de la humanidad, aunque deberían ser un medio para elevar a los hombres de tal bajeza espiritual, lo que está más allá de la comprensión del pensamiento terrenal de los hombres. Por consiguiente no creen, pese a todas las indicaciones, en lo que va a suceder. Por ello no estarán preparados cuando les alcance la catástrofe natural y no podrán protegerse ni escapar. Es una necedad cerrar la mente a los avisos de Dios cuando son ofrecidos a la humanidad. Es voluntad del divino Creador que el conflicto en el que la mitad del mundo está enzarzado quede sin solución porque la humanidad no debe alcanzar supuestos derechos mediante las armas.
Dios dio a los hombres el mandamiento de amarse los unos a los otros, y este mandamiento ya no es atendido. La humanidad se inflige a sí misma todas las maldades imaginables y, como consecuencia, tendrá un castigo excesivamente duro. Dios mismo deberá asumir el papel de tribunal, de juez, para que el hombre reconozca que tiene un Dueño encima que todo lo sabe sobre la injusticia.
Por esta razón, vosotros los hombres no deberíais invalidar la voz de Dios ni cuestionar la Verdad de las creencias, tratando de decidir vosotros mismos cuando se cumplirán estas profecías. El mundo está en una gran miseria y sólo puede ser salvado a través de la inmensa catástrofe natural que seguirá inmediatamente a la gran ofensiva y que, como consecuencias, traerá la decisión real en la magna lucha de las naciones, lucha que está lejos de cualquier motivación noble y es únicamente una lucha de ambición y poder. Esta guerra será terminada por un poder más alto, y todo sucederá como ha sido anunciado.
Amén.
Traducido por Meinhard Füssel