1003 Aclaración, consuelo y ayuda - Exhortación al dominio de sí mismo - Pacifismo
12 de julio de 1939: Libro 19
Aprended a dominaros y a ser suaves, dulces y amantes de la paz, pues si os ha sido dada como prueba el tiempo de la vida terrenal, a fin de que maduréis durante ella, y os forméis para el provecho de vuestra almas. Apenas podréis cumplir con vuestra tarea terrenal si no ambicionáis esto como lo primero, pues toda falta de dominio de uno mismo resulta una desventaja. Escuchad ahora lo que El Señor mismo os anuncia:
Vosotros hijos mios en la tierra, tenéis que aplicaros en encontraros mutuamente en amor. Vosotros habéis elegido esta estancia en la tierra conociendo lo que os falta; tenéis muchas oportunidades para combatir las deblidades y faltas, pero tenéis que tener también buena voluntad haciendo uso de las posibilidades que se os ofrecen, para robusteceros en el incesante autodominio y vencer vuestras faltas. Pensad, vosotros Mis hijitos, cuanta Paciencia tengo Yo para pasar por alto todas vuestras debilidades siempre y, sin embargo, Mi Amor a vostotros no cesa. Pensad en que Mi caminar sobre la tierra requería un exceso de Paciencia ante la umanidad pecadora, que no reconocía Mi Amor, y todo lo bueno que Yo hice lo premiaron con ingratitud y al final Me dejaron sufrir de modo indeciblemente tan cruel. Meditad cuántos motivos más tendría Yo de ponerme impaciente, y sin embargo, cómo Yo acajo siempre de nuevo a Mis hijos en Mi corazón amante, los perdono con la Indulgencia y Misericordia más extrema, perdonándoles sus faltas.
Cuánto Me humilló la humanidad, imaginando todas las torturas, sin la menor culpa, Me condenaron a muerte en la Cruz, y esa amarga injusticia la cogí Paciente sobre Mis espaldas y, no obstante, no privé de Mi Misericordia a los que Me hicieron padecer. Yo le pedi al Padre (en Mi) en el Cielo que perdonara sus pecados, y no Me aparté de la humanidad, sino que traté de ganármela por medio de Paciencia y Amor, para llevarles la salvación de esa manera. Y por eso debéis sacrificaros en la tierra, y practicar las demás virtudes, tenéis que vivir uno para el otro, y esforzaros siempre sólo para mitigaros la pena mutuamente, para que seréis perfectos y no hayáis vivido en vano el tiempo en la tierra. Y todas vuestras preocupaciones y dolores sacrificádlos a Mí, y seréis suaves como las palomas, comprendiéndoos recíprocamente con toda paciencia y amor, y, la paz interior se instalará en vuestros corazones, y Yo os asistiré y socorreré si estáis en peligro de perderos.
Amén
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