Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/0835
0835 Amor divino.... Ánodo.... Contacto....
29 de marzo de 1939: Libro 17
El mar del amor divino se derrama sobre todas las criaturas una y otra vez. Y el que cree estar solo, no presta atención a este amor, que le reemplaza mil veces lo que renuncia o lo que echa de menos. Porque en el amor de Dios está todo incluido, protección y cuidado y una constante compañía en todos los caminos. Los que disfrutan del amor divino nunca pueden sentirse solos porque en la conexión con el Señor, que cada uno es capaz de establecer por sí mismo, el niño humano ya está aliviado de la soledad, y ahora haber encontrado protección y refugio constante supera toda felicidad terrenal, porque el amor divino con su fuego eterno eclipsa mil veces todo esplendor terrenal, ya que de este amor emana una luz, deleitando incomparablemente a aquel que se para en esta luz.
El contacto vivo con el Señor divino es como una transmisión ininterrumpida al ánodo, y el hombre permanece en constante beneficiario del amor divino mientras el mismo mantiene el contacto. Es por eso que ningún ser humano en la tierra es tan digna de lástima, a pesar de todo tipo de dificultades, porque siempre tiene la ventaja de poder obtener consuelo y ayuda, felicidad y alegría para sí mismo a través de la conexión con el divino Salvador, Que considera a todos los seres en Su amor infinito, sea merecida e inmerecidamente, pero siempre dando amor en tal abundancia que la riqueza del amor ya podría dar al niño terrenal felicidad ilimitada en la tierra, si él recibiría conscientemente.
Pero el ser humano no tiene idea del poder del amor divino.... carece de toda comprensión del amor universal que abarca todo del Creador divino, él solo conoce el término “amor” en el sentido temporal, que, sin embargo, es predominantemente un amor que desea y rara vez sólo un amor que da. Y así, el sentimiento de felicidad está mucho más desarrollado en el amor de las personas por las posesiones que en la renuncia y el dar. Pero quien quiera conocer el amor verdadero en su más profunda felicidad, primero debe renunciar a todo amor por las posesiones, sólo entonces podrá sentir el amor divino como lo más precioso que su corazón puede recibir.
Educarse en el amor es el primer y último mandamiento.... y el ser humano se redime por el amor, se hace libre y ahora siente la dicha del amor, que el Salvador Mismo le da.... que es delicioso e ilimitado, que alberga en sí todos los deleites del cielo.... que es más puro que el oro y pone a cada criatura en el éxtasis más brillante.... que no puede ser reemplazado en ninguna parte ni por nada, que es la dicha más alta y eterna y, sin embargo, está disponible para cualquiera que desee solo el amor del Salvador amén
Traducido por Hans-Dieter Heise