Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/0728
0728 El amor es el polo opuesto del poder maligno.... Muro divisorio.... Palabra de Dios es vida....
30 de diciembre de 1938: Libro 15
En cuanto aumenta el número de aquellos que tienen acceso a Mi Palabra, el adversario pierde poder porque todo lo que vive en Mi Palabra también está en el amor.... Y el amor es el polo opuesto del ajetreo de las tinieblas. Quien entonces vive en el amor es inalcanzable para las fuerzas del mal.... el amor erige un muro divisorio insuperable entre sí y el poder del mal y está protegido contra todos los ataques de este lado, porque el amor es considerablemente más fuerte y no puede ser vencido por el poder del odio.
Cuánto más fuerte sea la voluntad de amar, más viva también será la fe, y en la aceptación de la Palabra de Dios toda acción es bienaventurada porque sólo el cumplimiento activo de Mi enseñanza es el arma más segura contra todo lo que viene de abajo. Mi Palabra es y permanece para siempre.... mantenerse firme en Mi Palabra significa vivir.... pero el poder del mal es destrucción y muerte. Por eso, quien oye Mi Palabra y obra conforme a ella, tiene que vivir en la eternidad. Y quien busca el mismo poder en las obras del amor al prójimo, reconoce también a Dios, porque ya está absorbido en Mí por las obras del amor.
Quien hace del amor su primer principio cumple las condiciones de la vida.... Porque verdaderamente ha elegido la mejor parte, que está en el poder del amor divino y al mismo tiempo está protegido contra el contrapoder que todo lo destruye. El hombre pierde todo miedo a la muerte cuando el amor actúa en él, porque su espíritu cobra vida y ha encontrado el puente hacia el más allá. ¿Cómo podría entonces la muerte asustarlo si ya está en las esferas de luz.... cómo debería temer a la muerte si ya tiene la vida eterna dentro de él?.... ya que se apartó del poder que querría su destrucción, y así fue devuelto a la vida. Todo lo que es amor, es eterno.... pero transitorio, en cambio, lo que no lleva dentro de sí el amor divino....
amén
Traducido por Hans-Dieter Heise