Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/0684
0684 El perdón de los pecados
26 de noviembre de 1938: Libro 15
Todo lo que va contra el Orden divino tiene que ser expiado porque es un pecado ante Dios, y también ante los hombres, si se ven afectados por las consecuencias de los pecados. El hombre será consciente del verdadero orden; pero si contra su propia convicción derriba las leyes del Orden divino, entonces se subleva contra el supremo Poder y, espiritualmente, se aleja cada vez más de la eterna Divinidad con la que en realidad debería unirse. Cuantas más veces actúa contra las Leyes divinas, tanto más su estado de pecador le aparta del Espíritu de la Luz. Si, por el contrario, anhela el Amor divino y se inclina hacia la Verdad, tanto más intentará a corregir su vida terrenal y cumplir las Leyes de Dios.
Al mismo tiempo tendrá que cuidar que sus conocimientos maduren, porque estos harán que sea consciente de haber pecado contra el Amor divino. Con lo que recordará sus pecados con repugnancia y arrepentimiento, pidiendo indulgencia a su Creador, e intentará luchar contra sus debilidades para no volver a recaer en las antiguas deudas.
Entonces también tendrá el perdón porque el Padre en el Cielo es clemente y justo: cuando las criaturas reconocen sus pecados y piden perdón, allí obrará su Amor. También vosotros debéis perdonar de la misma manera a vuestro prójimo, si acaso él pecó contra vosotros.
Obrad siempre con amor y no busquéis venganza.
No juzguéis para no ser juzgados.
En la medida que perdonéis a vuestros enemigos, seréis perdonados; porque seréis medidos con la medida que vosotros medís.
Haced caso a toda advertencia de vuestro corazón que os incite a pagar el mal con el bien; pues tened en cuenta que también vosotros habéis faltado innumerables veces en la vida; sin embargo, contáis con la Misericordia del Padre en el Cielo.
Por eso practicad también vosotros la misericordia, y el mal que os hayan hecho, pagadlo con el bien.
Amén.
Traducido por Meinhard Füssel